lunes, 2 de mayo de 2011

NUEVO BEATO, JUAN PABLO II





El Papa Juan Pablo II, ha beatificado el domingo 1 de mayo, acontecimiento retransmitido en directo.

El 16 de octubre de 1978 se convirtió en el sucesor número 263 de San Pedro, y dirigió la Iglesia Católica durante más de un cuarto de siglo. Karol Wojtyla nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice (Polonia). Huérfano de madre, trabajó en una mina de sosa, mientras realizaba sus estudios secundarios y universitarios, y fue ordenado sacerdote en 1946 tras la II Guerra Mundial.

Se convirtió en Obispo de Cracovia en 1964 y en cardenal en 1967. Durante su pontificado, se dedicó a viajar por todo el mundo, y desempeñando un importante papel en el desmoronamiento de los regímenes comunistas de la Europa del Este a finales de los 80. La defensa de los Derechos del Hombre, la reconciliación entre las religiones y la solidaridad entre el norte y el sur, centraron su labor y mensaje apostólico.

El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado, siendo tiroteado en la plaza de San Pedro, consiguiendo recuperarse. Su proceso de beatificación fue abierto dos meses después de su muerte (2 de abril de 2005). Su beatificación está salpicada de polémica, ya que el actual Papa Benedicto XVI se ha saltado una de las normas de la Iglesia que indica que ningún proceso peude abrirse hasta pasados cinco años de la muerte.

El motivo de su beatificación es un milagro llevado a cabo por intercesión de Juan Pablo II, se trata de la curación de la monja Marie Simon Pierre, que padecía desde 2001 Parkinson, y la cual superó todos los síntomas de forma inexplicable dos meses después de la muerte del Papa. El cardenal Angelo Amato señaló que existen un total de 251 milagros atribuidos al antiguo Papa.

Lo que está claro, es que se trata de uno de los Pontífices más carismáticos de la historia de la Iglesia, conocido como el Papa de los Jóvenes, siempre trabajó por y para éstos, para que pudieran heredar un mundo mejor.


La fiesta del beato Juan Pablo II será el 22 de octubre, según ha anunciado el Papa Benedicto XVI

La mayor ceremonia de elevación a los altares en toda la historia ha sido una gran fiesta en Roma y en los 129 países que el “Papa viajero” recorrió durante sus casi 27 años de Pontificado. Un millón y medio de peregrinos participaron en las distintas misas celebradas simultáneamente en la Ciudad Eterna, mientras cientos de millones de personas seguían el acontecimiento desde todos los rincones del planeta.


A las diez y cuarenta de la mañana, el rostro sonriente de Juan Pablo II se asomó a la fachada de la basílica de San Pedro en una espléndida fotografía. Benedicto XVI acababa de pronunciar la fórmula de beatificación y de anunciar que su fiesta será el día 22 de octubre.

Los fieles aplaudían, muchos lloraban, otros se abrazaban. Todo era mejor de lo previsto. El tiempo había pasado de cielo nublado a sol radiante, la plaza estaba más hermosa que nunca, y la fotografía de Juan Pablo II era preciosa. Por tratarse de un primer plano y de una fotografía gigantesca, todos podían verla sin necesidad de las pantallas de televisión.

La emoción y el esfuerzo de la espera habían sido intensos, pero había valido la pena. Decenas de miles de peregrinos estaban ya en las inmediaciones de San Pedro a las dos de la madrugada, mucho antes de la apertura de la plaza a las cinco y media. Muchos enfermos y niños en sillas de ruedas habían entrado en el Vaticano por una puerta lateral a las tres de la madrugada, pues ya se sabía que después de esa hora sería imposible moverse en los alrededores.

En cuanto Benedicto XVI pronunció la fórmula de beatificación, la religiosa polaca Tobiana Sobotka, que había administrado el apartamento de Juan Pablo II durante casi treinta años y había escuchado sus últimas palabras –“Dejadme ir a la casa del Padre”- y la religiosa francesa Marie Simon-Pierre, curada milagrosamente de su párkinson por intercesión de Juan Pablo II, llevaron su reliquia hasta el Papa y después el altar.

Benedicto XVI besó el relicario en forma de ramos de olivo entrelazados que contiene en su interior un tubo transparente con una muestra de sangre extraída a Juan Pablo II poco antes de su fallecimiento para estudiar la posibilidad de una transfusión que ya no llego a hacerse. La sangre se mantiene líquida debido a los anticoagulantes empleados en el momento de la extracción. Poco después, dos niñas dejaban flores ante el relicario, en la primera muestra de culto público a las reliquias del nuevo beato.





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